El avance del monopolio de la violencia estatal y la crisis de seguridad en Chile

Chile enfrenta una crisis de seguridad que ha llevado al Estado a expandir su monopolio de la violencia. La implementación de inteligencia artificial para vigilancia, el aumento de cárceles y el endurecimiento de penas reflejan una estrategia de control más que de protección.
Cada vez que se exige seguridad, el Estado reclama más atribuciones, avanzando sobre las libertades individuales. La historia demuestra que, una vez que el poder crece, difícilmente retrocede.
¿Hasta dónde llegará antes de que perdamos completamente nuestra libertad?
El Estado y la seguridad: ¿protección o control?
El gobierno ha impulsado medidas como el Plan Calles Sin Violencia, el aumento de dotación policial y la creación del Ministerio de Seguridad Pública. Sin embargo, los resultados han sido insuficientes e ineficientes. Según un estudio reciente, el 24% de los encuestados reportó haber sido víctima de un robo en el último mes, y la violencia en estos delitos ha alcanzado el 57%.
El problema no es solo la delincuencia, sino la forma en que el Estado responde a ella. La propuesta de un candidato a la implementación de inteligencia artificial para la vigilancia, el aumento de cárceles y el endurecimiento de penas son medidas que refuerzan el control estatal sobre los ciudadanos. Michel Foucault, en Vigilar y castigar, advierte que los sistemas de vigilancia generan sociedades disciplinadas, donde la privacidad es sacrificada en nombre de la seguridad.
Más atribuciones, menos libertad
Cada vez que la sociedad exige seguridad, el Estado reclama más atribuciones. En Chile, esto se ha traducido en un aumento de la presencia policial y en la destrucción de más de 67 mil armas en los últimos tres años. Sin embargo, la delincuencia organizada sigue operando con impunidad.
Friedrich Hayek, en Camino de servidumbre, explica que cuando el Estado expande su control, rara vez retrocede. En Chile, la percepción de inseguridad ha alcanzado un 90.6%, reflejando la desconfianza de los ciudadanos hacia las instituciones encargadas de garantizar la seguridad.
El problema cultural y la raíz de la delincuencia
El problema de la delincuencia no radica solo en la falta de herramientas, sino en la falta de voluntad política para aplicarlas correctamente. Además, no se aborda el problema desde su raíz cultural. En ciertas comunidades, la delincuencia es promovida abiertamente, lo que genera un ciclo difícil de romper.
Ludwig von Mises, en La acción humana, explica que la cultura y la educación son fundamentales para el desarrollo de sociedades libres y prósperas. Sin embargo, los gobiernos prefieren aumentar su poder en lugar de atacar el problema desde su origen.
Si el Estado sigue avanzando en su monopolio de la violencia, ¿hasta dónde llegará antes de que perdamos completamente nuestra libertad? La historia nos ha demostrado que una vez que el poder se expande, difícilmente retrocede. Es momento de reflexionar sobre el verdadero costo de pedir seguridad al Estado.
"Aquellos que renuncian a la libertad esencial para comprar un poco de seguridad temporal no merecen ni libertad ni seguridad"
Benjamin Franklin